En el primer capítulo del Libro de Mormón, nos vemos confrontados con la decisión que Nefi debe tomar de matar a Laban. Incluso el Espíritu debe razonar con él y recordarle las promesas divinas para él y su posteridad si es obediente a los mandamientos de Dios. Cuando Truman G. Madsen, un recientemente fallecido y renombrado profesor de la BYU, tuvo hace algunos años la oportunidad de compartir este episodio del Libro de Mormón con sus alumnos de medio oriente, le llamó la atención su reacción. Contraria a nuestra mentalidad occidental, ellos no podían comprender por qué Nefi se demoró tanto en cumplir con el mandato.
Al parecer, una de las razones más influyentes en la reacción inicial de Nefi fue el hecho de que nunca antes había derramado sangre inocente ...y que “[deseó] no tener que [matar a Labán].” (1º Nefi 4:10). No fue precisamente el argumento que el Espíritu le recordó de que “…es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad” (1º Nefi 4: 13) lo que prolongó su decisión. Por el contrario, Nefi, como judío, conocía este principio, y este es precisamente un punto que emerge como una evidencia arqueológica recientemente redescubierta a favor del Libro de Mormón.
En este sentido, me encontré una muy interesante presentación de un miembro de la Iglesia, el hno. Kerry Shirts, de Idaho, Estados Unidos, conocido como “The Backyard Professor”, (“El Profesor del Patio”). En una de sus últimas presentaciones en video, sobre el tema de la muerte de Labán, titulado What is the issue with slaying Laban?!? (¿Cuál es el tema con matar a Labán?), el hno Shirts comienza citando a un famoso erudito SUD, el hermano John W. Welch, en su Libro “Ecoes and Evidences of the Book of Mormon” (“Ecos y Evidencias del Libro de Mormón”), donde se presentan evidencias desde el punto de vista legal. Se menciona la razón legal religiosa o el principio mediante el cual Labán debía ser ajusticiado: “…es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad” (1º Nefi 4: 13). Quinientos años más tarde, Corihor, el primer anticristo del Libro de Mormón, sufre la misma sentencia divina ante Alma, como Sumo Sacerdote y ante el juez superior (Alma 30:47). Nuevamente, se aplica el mismo principio en términos legales de la ley civil y religiosa en casos muy específicos. Uno no puede menos que recordar que el mismo principio lo aplicó el sumo sacerdote Caifás al Salvador:”nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” (Juan 11: 50). Pero, nos podemos preguntar, si aplicaron esta ley en el tiempo de Cristo, ¿habrá algún precedente anterior en la Biblia?
El hermano Shirts cita a John Welch, un erudito titulado “The death of one for all :John 11:46-54 in Light of Judaic tradition” (“La muerte de uno por todos: Juan 11: 46-54 a la luz de la Tradición Judaica”) . El artículo mostraba que esta ley bíblica se aplicó en ciertas ocasiones específicas alrededor del 600 A.c., el cual es precisamente el rango de tiempo en que Lehí huye con su familia de Jerusalén y parte rumbo a una tierra prometida.
Otro caso, aunque más plenamente detallado en la tradición oral judaica del Antiguo Testamento, fue el de Joacim, rey de Judá, quien se sublevó contra el rey de babilonia aproximadamente al mismo tiempo que Lehí dejó Jerusalén. Nabucodonosor exigió que le entregasen a Joacim o la nación entera sería destruida. Naturalmente, Joacím protestó, y según la tradición oral, argumentó diciendo: “¿Puede él [Nabucodonosor] sacrificar la vida de uno por la de otro?“. A lo que el consejo judío le respondió duramente: “Eso hicieron con Seba, hijo de Bicri.” Entonces, basándose en esta ley, entregaron a Joacim a Nabucodonosor, quien se lo llevó de regreso a Babilonia (2º Crónicas 36:6). Se presume que allá fue finalmente ejecutado.
De este modo, según afirma el hno Shirts, los casos de Labán y Corihor calzan perfectamente con esta antigua tradición judaica, la cual operaba bajo ciertas condiciones. Y es precisamente en el caso de Labán en el cual El Espíritu le indica a Nefi que debía ser aplicada. La reacción de Nefi nos muestra que para él era conocida, otra evidencia arqueológica más a favor del Libro de Mormón, cuyos profetas provenían del mismo trasfondo cultural bíblico. Sin embargo, la mayoría de los eruditos no habían tomado consciencia de esta ley antigua hasta muy recientemente en esta última década.
Gentileza de : Jorge Albarran Riquelme
Por alvarorodr
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